El
liderazgo es percibido como un elemento central en el proceso de dirigir y de
influir en las organizaciones. Aún cuando esta afirmación pareciera aclarar la
extensión del concepto, ese liderazgo depende de múltiples factores y de
variadas exigencias. El líder es considerado por algunos como un mesías para
guiar al grupo, otros lo visualizan como el centro inspirador de os procesos
que se dan en los equipos de trabajo. También, es catalogado como el pionero de
las innovaciones, la persona que vive en constante autoeducación y crecimiento
personal.
Las
ciencias sociales parece que han descartado el liderazgo del redentor o del
jefe agresivo para favorecer la teoría del liderazgo situacional, según la cual
el líder es una creación de la situación planteada y el grupo favorecerá
determinado tipo de líder de acuerdo a sus necesidades. Los estudios han
identificado diversos estilos de liderazgo. Dicho patrón de conducta tiene
mucho que ver con las habilidades técnicas, humanas y conceptuales que permiten
conformar un estilo de liderazgo propio; sin embargo, no hay consenso sobre
cual es el estilo de liderazgo más apropiado o más eficiente y cuales son las capacidades
que se requieren para que ese liderazgo sea efectivo. Para algunos
investigadores, es importante detectar como los líderes pueden ganar o perder
apoyo, ascendencia o influencia, ello permitirá que el liderazgo fuese mucho
más consistente.
El
liderazgo esta muy enlazado con lo que el “Tao” del líder considera las tres
cualidades espirituales esenciales del líder: a) Compasión con todas las
criaturas; b) Sencillez material o frugalidad y; c) Un sentido de igualdad o
modestia. Desde esta perspectiva, el buen liderazgo no depende exclusivamente
de técnicas sino de un estado de conciencia personal y no tendrá esa relación
de endiosamiento del poder que ha caracterizado durante mucho tiempo al
liderazgo.
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